Crímenes. Crímenes. Crímenes. Y más crímenes. Una maldita plaga que se está apoderando de las almas más nobles de nuestra pequeña isla. Esto está de madre. No confío ni en mis tímidos, zánganos y tontos perros. Mira que perros más bobos que esos dudo que puedan existir.
No obstante, pienso que esta maldita plaga va a terminar apoderándose de ellos también como una garrapata que se aferra a la piel de cualquier canino para extraer su sangre. Los sonsacará y mortificará hasta el punto en que me asesinen sin piedad por el simple hecho de ignorarlos todo el día. Es desesperante. Como un hombre que asesinó a otro en Santo Domingo por tirarse un peo… Atentan contra la vida humana por cualquier estupidez. Hay que ser aguzados, darles paso a todos en la carretera, sonreír todo el tiempo y si vemos algo raro salir corriendo como alma que lleva el diablo y sin mirar para atrás. A ver si nos salvamos de esa.
Yo sufrí y fui testigo de una de esas noches negras en las que un cazador de almas le arrebató la vida a una joven trabajadora a la cual desconocía, pero como hermanos todos en Cristo igualmente lloré su partida. Me encontraba con un amigo -a quien voy a identificar como Mr. McDonald- en el Burger King (BK) de Forest Hill en Bayamón (Mr. McDonald lleva la paz con la competencia y con el prójimo. Es un gran ser humano), esa fatídica noche en que la joven madre fue brutalmente asesinada. Y digo brutalmente porque aunque no fue una masacre macabra sí fue un acto injusto, cruel, despiadado. El que cualquiera termine con la vida de otro para mi es una brutalidad.
Este suceso marcó mi vida de tal forma que estuve dos días en un sueño profundo del que no quería despertar. El saber a la mañana siguiente que la joven había fallecido fue el detonante de mi encierro. Ese viernes cuando abrí mis hinchados ojos lo primero que hice fue corroborar si el incidente había sido publicado en la web y si la víctima se encontraba bien. Lamentablemente, había fallecido camino al hospital. Apagué el celular, derrame unas lágrimas y no supe más hasta la tarde cuando mi madre me despertó para darme algo de comer. Así estuve por dos días…
Mr. McDonald y yo reíamos mientras disfrutábamos de una batida. Decidimos parar en ese BK porque conscientes de que la calle está caliente, y que las tripletas estaban cerradas por ser Día de Reyes, era el BK más poblado a esa hora. Faltaba muy poco para que el 6 de enero de 2011 terminara…
De la nada se escucharon unas detonaciones que parecían venir de la cocina y una mujer gritó “AY”.
Riendo dije, “Eah, se explotó algo en la cocina”. Pocos segundos después, una ráfaga de tiros atentó contra la vida de los que allí estábamos presentes. Inmóvil, sentí la mano santa de Mr. McDonald que me socorría. Al suelo nos tiramos todos… Aterrorizados no podíamos creer lo que había pasado. Y en el suelo se encontraba la futura occisa. Aún estaba con vida. El hombre disparó a mansalva desde la ventanilla del servi-carro, pero la joven respiraba. Respiro que duró muy poco.
Cuídense, protejan a los suyos y no dejen para mañana lo que puedan hacer hoy pues incierto esta nuestro futuro en manos de los que no merecen decidir.